Monday, May 08, 2006

EL SONIDO DEL LATIR


Hay corazones que suenan a reloj. Otros sólo suenan a tiempo.
Otros a tambor, timbal, yembé y demás. Algunos a timbre, a golpear de nudillos en la puerta. A galope de caballo, a paso de T-Rex, a bombo y platillo, a doble bombo. A campanada (de boda, de muerto). Otros suenan a máquina de escribir, a golpear de viento en ventana, a címbalo, triángulo y orquesta. Algunos suenan intermitentes y los menos no dejan hablar al resto de musicalidades. Unos suenan a trenes que se marchan y otros a besos de despedida.

El sonido del latir no dice por qué laten. Hay corazones que suenan a silencio. Otros se armonizan, se acompasan al latir de otros sonidos. Están los que suenan más que el miedo y los que retumban en las sienes con estrepitosa ferocidad. También los que parecen a veces no sonar por timidez o los que reclaman a gritos la presencia de una segunda voz en el coro. Existen corazones que suenan a estómago vacío y otros a llamada en espera. Incluso hay que suenan a melodía de móvil polifónico y a explosión en Hiroshima.

Hay tantos sonidos que formas de ver un corazón, que formas de pintarlo. Pero hay que seguir bombeándolo día a día, quizá desde el suelo, quizá a medio levantar, aún cuando crees que te lo rompieron, que estalló o que se marchó volando como un globo lleno de gas.

Tic-tac, tantan, tinton, toc-toc, tocotótocotó, tun tun tun...

Piiiiiiiiiiiip. No, aún le queda vida.

2 comments:

@andrearoblesr said...

Todas las historias tienen su banda sonora y el ritmo lo marcan nuestros corazones. Eres un grande.

cuatrocruces said...

Estoy muy de acuerdo con drew, el momento de mayor armonía es cuando tus pensamientos circulan al ritmo del latido de un corazón...cualquiera que éste sea: el tuyo, el de otra persona, el de una alcachofa, etc.