Tuesday, January 17, 2006

MARRAKECH (RECORDANDO VIAJES)


Marrakech de noche. La plaza de Jema’ el Fna está llena. Luces y sombras. Sonidos de tambores, echadores de cartas, gente que lee las manos y comerciantes.
Todo tiene un valor, no un precio. Huele a pinchos y a cus-cús. La gente se come todo, aunque llevamos comiendo lo mismo varios días. No importa. Es una cena en compañía.
Pero hay que buscar el calor de un té, ya que la noche nos cazó y refresca bastante. Entramos en un bar (por llamarlo de alguna forma) donde veían en la tele una de Van Damme y fumaban hachís. Entramos en tropel y tocando los tambores. Pensamos qué pasaría si unos ingleses (por ejemplo) en un bar cualquiera de España vestidos con el traje típico y tocando las castañuelas. Era gracioso. Pero no nos dijeron nada.
Tal vez lo comentaron entre ellos o después, pero lo cierto es que no hablaron tanto de nosotros como haríamos nosotros de ellos. Bueno, de las chicas tal vez, pero buscando el piropo y el halago.
Niños descalzos caminando sobre rocas asaltan a los viajeros para pedir unas monedas, bolígrafos o caramelos. Algo de España, souvenirs. Muchos tienen pegamento en su nariz. La noche es fría y dura y hay que olvidar la pobreza y los estragos del hambre.
Una llamada en la noche: el muecín para la oración. La gente no corre. El tiempo es otra cosa. Siempre hay tiempo. Para tomar un té con Hassan o para hacer un trato (no me gusta la palabra regateo) sobre aquella cachimba o chilaba.
Huele a cuero, pasteles y carne. Pero un olor que continúa: el de Marruecos. En Madrid no huele así, allí me cuesta respirar (no sólo por la contaminación).

Acabo con la voz prestada de los halaqis, con un preludio y una invitación:
En nombre del Santo patrón de Marrakech
Sidi bel Abbas
Imperturbable Protector de la ciudad
que no encuentra descanso
hasta que todos sus hijos
ya sean de aquí,
ya sean de fuera
han encontrado cobijo.
***
¡Venid a ver la ciudad,
despoblada de dinero
tomada por la locura!

1 comment:

Uqbar said...

Marrakech nos hizo algo más libre. El camino de vuelta era un dirham en la pequeña mano de un niño. La oda al kus kus, la menara, jamal fna o el hotel hisam (pobre taxista intentando enseñar gramática a cinco jóvenes encerrados en aquella lata con ruedas) tantas cosas...
Marruecos en cierto modo agregó otro sentido a mi vida, el sentido de que la amistad se hace más fuerte en los más reconditos sitios. Brindo por nuestra amistad con agua y suero, wisky sin hielo o fotasec en su defecto...