Tiempo de límites vallados. Cero esquinas cero. Una plaza solitaria. Barba de tres días (aunque en verdad le acompaña de siempre, el escoge cuánto y cuándo quiere que salga). El periódico de ayer. Deudas de besos y abrazos. De historias cotidianas y chistes. De brindis y de momentos que festejar.
En lo que llama "su oh, gar, dulce hogar", se le acabó el hilo dental. La seda de la que tiran con su caña para atraparle. Es el segundo tomo de una enciclopedia. "A cualquier cosa le llaman escritor" (o escribor o dramaturbo), oye comentar. Decide mirar entonces el televisor.
El extra de una película. Todo tan fácil como cambiar de canal, simplemente dándole a un botón. O apagando el aparato (es un non-stop en ese espacio, al menos alguien habla y se adormece con el murmullo, como los perros) Pero sigue sin funcionar el aire acondicionado ni la calefacción. Y el agua sale negra. Para colmo, se le clavan los muelles del sillón en el culo.
Lleva cuatro días sin dormir. Menos mal que puede dormir por las noches. A la sombra de un sillón pasa las horas leyendo con una diminuta luz. Vestido como ayer, quizás como mañana, y no le importa.
Quizás llame a su primo, el Herme (tico) para poder conversar con él. Tiene mucho que decir. Quizá le invite a comer y ponga, al fin, platos en la mesa (dos).
En ese momento, suena el teléfono. Es Hermético.
-Ley de la observancia visual en momentos en que no se tiene nada que hacer: los platos al caer sobre la mesa dan al menos dos golpes.
-I Ching: ley del cambio. Nada sucede por casualidad.
-Su: fuego en euskera.
-Gar: llama en euskera.
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